
Desplome de la inversión extranjera en El Salvador.
En los últimos años, El Salvador ha experimentado una disminución significativa en la atracción de Inversión Extranjera Directa (IED). Durante los primeros nueve meses de 2024, el país recibió solo $387.44 millones en IED, lo que representa una caída del 27% en comparación con el mismo período de 2023. Esta cifra coloca a El Salvador como el país centroamericano que menos inversión extranjera atrajo en ese período.
Uno de los principales factores que contribuyen a esta situación es la inseguridad jurídica. Los inversores buscan estabilidad y garantías de que sus inversiones estarán protegidas, pero en El Salvador, la falta de un marco regulatorio sólido y la percepción de cambios constantes en las leyes han generado desconfianza. Además, la concentración del poder político en una sola institución o persona ha complicado aún más el panorama, ya que esto genera un alto riesgo para los inversores.
Comparado con otros países de la región, El Salvador ha quedado rezagado. Países como Costa Rica, Guatemala y Panamá han logrado atraer inversiones significativas gracias a sus claras apuestas en sectores como el turismo y la logística. En contraste, El Salvador ha dependido en gran medida de la adopción del Bitcoin como moneda de curso legal, lo cual no ha sido suficiente para atraer a los inversores extranjeros.

En este cuadro podemos observar cómo El Salvador se queda rezagado en comparación con otros países de la región. A pesar de los esfuerzos, la inseguridad jurídica y la falta de políticas claras han afectado la capacidad del país para atraer inversión extranjera.
A pesar de los esfuerzos del gobierno para mejorar la seguridad y la infraestructura, la percepción de riesgo país sigue siendo alta, lo que afecta la confianza de los inversores en la estabilidad económica y política del país. Para revertir esta tendencia, es crucial que El Salvador implemente políticas públicas claras y fortalezca su marco regulatorio, ofreciendo ventajas competitivas sin perjudicar a los inversionistas locales.
En resumen, El Salvador enfrenta un desafío estructural en su capacidad para atraer inversión extranjera. La inseguridad jurídica y la falta de políticas públicas claras han sido factores determinantes en la caída de la IED. Si el país desea convertirse en un destino atractivo para los inversores, deberá trabajar en mejorar la estabilidad y la confianza en su entorno económico y político.